Con celebración mexicana de origen indígena
Por María Elena Ferral
Papantla, Ver., 19 de Octubre.-El Totonacapan ya prepara las tradiciones del Día de Muertos o Ninín, aunque esta tradición orgullosamente mexicana se ve afectada por la crisis y la escalada de incrementos a los artículos propios para la elaboración de los altares, lo que hace que hoy en día honrar a los muertos sea un lujo, más que una tradición, aunque eso hará que miles familias de los pueblos de esta región no podrán ofrendar a sus difuntos, pues antes deben satisfacer sus necesidades primordiales, por lo que esta celebración se ve amenazada, sin embargo muchas familias harán el esfuerzo por cumplir con la tradición de honrar a los fieles difuntos, porque ellos ya no saben de la crisis que atrapa a los vivos.
El día de muertos es una celebración mexicana de origen indígena, en la que se honra a los difuntos, por lo que esta original tradición se remonta a la época prehispánica, cuando se creía que cuando alguien moría, se dirigía a distintos lugares, de acuerdo con las circunstancias con las que hubiera perecido, esta tradición está vinculada con el calendario agrícola prehispánico y se relacionaba con la recolección de la cosecha, en la actualidad se celebra el día 2 de noviembre conjuntamente con el día 1°, en que se celebran todos los santos en el calendario católico.
El culto a la muerte, era uno de los elementos básicos del México prehispánico, cuando alguien moría se organizaban fiestas, tal como en el antiguo Egipto, con el fin de guiarlo en su recorrido, enterraban a sus muertos en un petate y les ponían la comida de su agrado por sí llegaban a sentir hambre, así como algunos de sus objetos personales, ya que en su viaje encontrarían muchos lugares inhóspitos, desde tiempos prehispánicos se coloca copal o incienso para aromatizar el lugar.
Las fechas en honor a los muertos eran muy importantes, por lo que les dedicaban dos meses, durante los cuales la gente colocaba altares con ofrendas para recordar a sus muertos, surgiendo de ahí la tradición actual, la decoración de los altares se hace con flores de cempasúchil o flor de muerto, en esta región del Totonacapan también se utiliza el tepejilote, la ofrenda se coloca el 31 de octubre y nadie la puede tocar, ya que los invitados son los difuntos y son ellos los que inician el convite, después, cuando regresan satisfechos al inframundo, es cuando los platillos pueden ser probados por los deudos.
Cuando los españoles llegaron a México en el siglo XVI, quedaron aterrados por las costumbres y tradiciones de los habitantes del lugar, por lo que en un intento por reformarlas, combinaron parte de sus creencias con las de los indígenas americanos y cambiaron las imágenes de sus deidades por fotografías de los santos católicos, de esta manera hemos continuado con esta única y antiquísima tradición, la cual, a pesar de ser la misma para toda la República, cuenta con algunas variantes, dependiendo del Estado.
Si existe en el mundo un país, en el que la muerte se despoja de su sentido más tétrico y sombrío para adquirir una significación lúdica y festiva, ese es sin duda alguna México, y es que en este gran país, el llamado Día de Muertos, no solo se ha convertido en una de sus festividades más importantes, sino que además, constituye una de sus manifestaciones culturales más emblemáticas, ya que en ella se mezclan tradiciones paganas del México prehispánico, con las de origen cristiano.
Aunque las celebraciones se inician el día 31 de octubre, el Día de las Almas Jóvenes, continúan el día 1° de noviembre, el Día de Todas las Almas, semanas antes comienzan los preparativos para tenerlo todo a punto, el origen de esta singular conmemoración, hay que encontrarlo en los tiempos prehispánicos, cuando ya se tenía la creencia de que las almas de los difuntos volvían a visitar a sus familiares, ya entonces como ahora, las familias brindaban a sus muertos, diferentes ofrendas, entre ellas sus comidas y bebidas favoritas.
Así como velas y también sus fotografías que colocaban en vistosos altares, una labor que en la actualidad se ha convertido en todo un arte, los elementos fundamentales en la decoración de estos altares son el cempasúchil o la flor de muerto, también en el Totonacapan se utiliza el tepejilote y por supuesto la calavera, todo un ícono que ya utilizaban los aztecas y como en toda celebración que se aprecie, además de todo este ceremonial ornamental, la gastronomía más típica también está presente, especialmente los dulces y el chocolate y lo más característico, el pan de muerto.